Supongo que les parecía gracioso que un extranjero estuviera junto a ellos y mostrara tanta pasión y fervor con los goles de su equipo. Tengo también la camiseta del partido que se suspendió, porque esas camisetas estaban preparadas. El Alemannia llevaba dos victorias nada más, pero el ambiente que allí se respiraba bien se asemejaba al de una noche mágica de Copa de Europa. Dos partidos pero, sobre todo, una afición, habían llenado mi corazón, nostálgico de no poder presenciar las mieles de mi equipo.